QUÉ
ES LA ATENCIÓN?
Definir
la atención, incluso en lenguaje llano, es difícil, y debemos valernos de
metáforas. En el lenguaje cotidiano implica percepción selectiva y dirigida, interés
por una fuente particular de estimulación y esfuerzo, o concentración sobre una
tarea.
El
individuo es ‘bombardeado’durante la vigilia por señales sensoriales
provenientes del exterior e interior del organismo;sin embargo, la cantidad de
información entrante excede la capacidad de nuestro sistema nervioso para
procesarla en paralelo, por lo que se hace necesario un mecanismo neuronal que regule
y focalice el organismo, seleccionando y organizandola percepción, y
permitiendo que un estímulo pueda dar lugar a un ‘impacto’; es decir, que pueda
desarrollar un proceso neural electroquímico. Este mecanismo neuronal es la
atención, cuya capacidad podría irse desarrollando progresivamente desde la
infancia al adulto y cuya actividad no se ciñe únicamente a regular la entrada
de información, sino que también estaría implicada en el procesamiento mismo de
la información. Según
Mesulam,los
aspectos que definirían la integridad de la atención serían la orientación, la
exploración, la concentración o la vigilancia; mientras que la ‘distractibilidad’,
la impersistencia, la confusión y la negligencia reflejarían sus déficits.
De
modo sintético, la atención estaría integrada por componentes perceptivos,
motores y límbicos o motivacionales, por lo que la neuroanatomía y neurofisiología
de la atención se asentaría en el sistema reticular activador, tálamo, sistema
límbico, ganglios basales (estriado), córtex parietal posterior y córtex
prefrontal. Esta amplia distribución de la atención posiblemente sea causa y
frustración de nuestros, por ahora, vanos intentos de encontrar un locus
anatómico patológico en sujetos con trastorno evolutivo de atención.
ATENCIÓN:
LATERALIZACIÓN CEREBRAL
Aunque
la atención es una función bilateralizada,cada hemisferio estaría
funcionalmente especializado. El hemisferio izquierdo ejerce un control
unilateral (contralateral) y el hemisferio derecho un control bilateral, además
de regular el sistema de ‘arousal’ y mantener el estado de alerta. De
ahí, y sumado al importante papel regulador del córtex frontal y sus conexiones
con el estriado, se ha llegado a afirmar que la regulación ‘princeps’ de
la atención descansa sobre el sistema frontoestriado del hemisferio derecho, a
través de vías noradrenérgicas y, en menor medida, serotoninérgicas; mientras
el hemisferio izquierdo utilizaría vías dopaminérgicas y, en menor medida,
colinérgicas. El hemisferio derecho a través de vías noradrenérgicas se
hallaría mejor capacitado para regular la atención selectiva. Para Heilman el
papel dominante del hemisferio derecho sobre la atención es aún más sobresaliente,
ya que aunque cada hemisferio regula su propia activación, el hemisferio
derecho puede activar al hemisferio izquierdo en mejor medida que lo haría el
izquierdo sobre el derecho.
ATENCIÓN:
NEUROANATOMOFISIOLOGÍA
Pero
lo dicho hasta ahora es sólo el resumen de las bases anatomofisiológicas de la
atención. La atención visual, que es la modalidad de atención mejor investigada,
es el resultado de una red de conexiones corticales y subcorticales, de
descripción prolija,
que conforma un circuito cuyo entrada es la información captada en la retina y
su salida es a través del sistema oculomotor. El detallado estudio de la atención
visual está plenamente justificado cuando conocemos qué pacientes
heminegligentes o sujetos con trastornos evolutivos de atención o adquiridos
muestran característicamente movimientos erráticos oculares que podrían ser
manifestación de su déficit de atención visual, de su dificultad en mantener la
fijación en el objetivo y de seguirlo en movimiento.
Centrándonos
en la atención visual, –pero sin perder de referencia otras modalidades de atención
como la somatosensorial o la auditiva, con las que comparte estructuras y circuitos
comunes–, la base neurofisiológica de la atención es una amplia red neuronal
entrelazada de estructuras subcorticales y corticales
(Tabla
II). El colículo superior, el pulvinar (tálamo), el núcleo caudado
(neoestriado) y la pars reticularis de la sustancia negra constituyen las
principales estructuras subcorticales relacionadas con la atención. Las
conexiones del caudado a la sustancia negra, de ésta al colículo superior y de
éste al tálamo conforman el circuito básico subcortical de la atención (Fig.
1).
Las
principales estructuras corticales involucradas en la atención visual incluyen
las áreas visuales occipitales (V1, V2...) y visuales temporales (especialmente
el córtex temporal inferior: zonas TEO e IT), el córtex parietal posterior, los
campos oculofrontales, el córtex prefrontal lateral y el córtex cingulado. Sus principales
interconexiones (Fig. 2) se sintetizan en tres circuitos. Uno inferior u
occipitotemporal, o arbitrariamente denominado ‘ventral’, que se inicia en el área
V1 (equivalente al área 17 de Brodmann), termina en la zona IT (temporal
inferior) y mantiene importantes interconexiones con el córtex prefrontal
dorsolateral.
Un
segundo circuito superior u occipito-parieto-frontal, también arbitrariamente
denominado ‘dorsal’, que se inicia en la misma área V1, interconecta con el
córtex parietal posterior y de aquí a la corteza prefrontal dorsolateral. El
córtex parietal
posterior
también muestra íntimas asociaciones con los campos oculares frontales, y, el
córtex prefrontal dorsolateral, con la zona orbitofrontal lateral. Estos dos
primeros circuitos no sólo son integrantes del sistema cortical atencional sino
que constituyen los dos circuitos paralelos básicos en la percepción visual: el
circuito ‘ventral’ para el reconocimiento visuoperceptivo de los objetos (‘¿qué
son?’, sus características) y el ‘dorsal’ para su reconocimiento visuoespacial
(‘¿dónde están?’, localización en el espacio) y la ejecución visuomotora. El
tercer circuito corresponde a las interconexiones del córtex parietal
posterior, el córtex prefrontal dorsolateral y el cíngulo. Las interconexiones del
córtex parietal posterior son más intensas con la zona posterior del cíngulo,
mientras que la corteza prefrontal dorsolateral mantendría interconexiones más
destacadas con el cíngulo anterior. Las interconexiones entre ambas zonas del
cíngulo, anterior y posterior, son también especialmente reseñadas en la figura
2.
El
denominado córtex parietal posterior, en realidad posterosuperior, es una zona
alrededor del surco intraparietal que incluye al propio surco intraparietal, el
área intraparietal lateral, que es en realidad la rama lateral del surco
intraparietal, el giro
parietal
inferior (aproximadamente la zona correspondiente al área 39 de Brodmann) y
zonas del área 7 de Brodmann –posiblemente zona 7a para la atención visual y 7b
para la atención somatosensorial–. El córtex parietal posterior, de predominio derecho,
constituiría el principal asentamiento de un sistema atencional posterior
encargado de la atención selectiva y focalizada. El córtex prefrontal, lateral
y medial (cingulado), desempeñaría un papel fundamental en el control
voluntario de la atención, como etapa final filogenética y ontogenética de
corticalización de la atención, permitiendo que la atención involuntaria del
infante se transformase progresivamente en atención controlada y voluntaria. El
córtex prefrontal es la región más amplia del cerebro humano, conectado a
través de vías corticocorticales
con
todas las áreas del neocórtex. Sus funciones vienen determinadas por su
naturaleza asociativa, integrando información multimodal. También es rico en
conexiones desde regiones subcorticales y límbicas. El córtex prefrontal
desempeña un importante papel en priorizar estímulos, referenciarlos a
representaciones internas, dirigir apropiadamente la atención, monitorizar la
secuencia temporal de acontecimientos, formular con- ceptos abstractos y
llevar a cabo otras funciones ejecutivas. El córtex prefrontal (Fig. 3) suele
parcelarse en tres: dorsolateral, orbital y medial (destacando el cingulado), o
dos regiones (dorsolateral o heteromodal y orbitomedial o paralímbico). El
córtex prefrontal dorsolateral quizá ejerza influencias excitatorias, mientras
el córtex orbitofrontal-córtex cingulado podría ser un sistema eminentemente
inhibitorio, ya que lesiones orbitofrontales producirían ‘distractibilidad’
asociada a hiperactividad e hiperactividad.
La imbricación entre las estructuras subcorticales, y sus principales conexiones,
y las estructuras corticales, y sus principales circuitos (Fig. 4), aumentan nuestra impresión
de la complejidad de la red neuronal córtico-subcortical sobre la que se
asienta la neuroanatomofisiología de la atención. Este detalle
anatomofisiológico de la atención nos podría confirmar que el daño etiológico en
trastornos atencionales de desarrollo y adquiridos podría producirse en
multitud de ‘locus’ diferentes, lo que conllevaría que agrupáramos como
sujetos con trastorno de atención (con y sin hiperactividad) a individuos cuya etiología
‘lesional’ se situara en diferentes lugares de estos circuitos, a pesar de que
sus manifestaciones deficitarias fueran similares; algo parecido podría
recordarse para los pacientes que muestran heminegligencia.
A. Estévez-González , C. García-Sánchez , C. Junqué., La atención: una compleja función cerebral.,1997, REVISTA DE NEUROLOGÍA., REV NEUROL 1997; 25 (148): 1989-1997
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